Por Andrés Cifuentes
especial desde
Colombia
Corrupción, delincuencia, guerrilla, paramilitarismo son algunas realidades
insoslayables que se viven en Colombia. El origen del conflicto es histórico y
estructural, económico social, político, cultural. Un país pensado para unos
cuantos desde sus orígenes, generaron las guerras y violencias que se viven
hasta hoy.
Esta es una pequeña observación histórica de la forma en que se
piensa y actúa en el país.
La Patria Boba de 1810 a
1816 fue la pugna por dos modelos de Estado: los centralistas y federalistas,
lo que provocó una gran cantidad de guerras civiles que encubrían dos visiones
de sociedad, el conservador: de pensamiento colonial, retardatario,
beneficiador de los terratenientes y con una política agroexportadora; y los
liberales: adeptos a la ilustración francesa, anticlericales y propulsores de
la naciente burguesía industrial y comercial que desembocó en la unión entre
liberales y conservadores en el llamado régimen de la Regeneración. Estos
dieron forma a la Constitución
de 1886 y el Concordato de 1887 poniendo en marcha un país centralizado,
dejando los intereses económicos en manos de capital extranjero, instituyendo el
monocultivo de café y la cesión a la iglesia del manejo de la educación pública
(Álvaro Tirado Mejía, en “El estado y la política en el siglo XIX”).
Por otro lado, la
Guerra de los Mil Días, la aristocracia conservadora y los
liberales moderados manejaron el Estado para beneficio propio, reprimiendo
cualquier contestación de partidos u oposición luego de una gran crisis
cafetera e imponiendo medidas económicas y fiscales asfixiantes a los liberales
y conservadores de la oposición. Persiguiendo, además, a la burguesía
industrial y comercial, impidiendo la llegada de los liberales a través de
elecciones libres. El abuso en la emisión del papel moneda, la manipulación del
aparato electoral, la corrupción y el peculado fueron otras caras del manejo de
Colombia entrando ya en pleno Siglo XX. La pobreza mental con la que se había
pensado el país, se manifestaba en la estructura de las instituciones, la poca
infraestructura para el comercio y la industria y confirmaba que se estaba en una
“modernidad” feudal.
¿De todo lo dicho viene la desigualdad social, corrupción,
delincuencia, guerrilla, paramilitarismo de la actualidad? ¿Cuánta pobreza y
exclusión sale de ahí y aún se conserva? ¿Realmente el país lo han pensado
elites o sólo gente con ínfulas de ser élite? Las elites, como su nombre lo
dice, ven más allá y dan calidad de vida a los que dirigen. En este
planteamiento, los medios de comunicación son el reflejo de sus sociedades; los
sabemos monopólicos u oligopólicos.
En Colombia tenemos dos canales de televisión que monopolizan la
información Caracol y RCN; sólo hay dos diarios nacionales: El Tiempo y El
Espectador (que durante un tiempo fue semanario). Es posible pensar que, en la
actualidad, también tuviéramos un régimen de la Regeneración en los
medios masivos, pues muy pocos lucran del negocio de los medios y hacen que las
leyes funcionen para sus intereses, dejando o al menos intentando dejar al
resto fuera de ese juego. Detrás de aquellos hay un sostenimiento económico que
nos habla de qué intereses priman y cuál será la calidad informativa. Como dice
Ryszard Kapuściński
"cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de
ser importante".
A esta altura cabe preguntarse ¿a quién le interesa la verdad? y ¿qué
lugar ocupa en los medios? El Informe sobre la libertad de prensa en Colombia
2012 dado a conocer por la FLIP
(Fundación para la libertad de prensa) da cuenta en algunos de sus apartados
que “Colombia sigue siendo uno de los
países más peligrosos para ejercer este oficio, especialmente a nivel local”.
Según el Índice de Libertad de Expresión y Acceso a la Información presentado
por el Proyecto AntonioNariño (PAN) a finales de 2012, Colombia está en un nivel intermedio en
la garantización de estos derechos. El país obtuvo un puntaje de 50 en una
escala de 0 a
100, donde 100 es el mejor resultado posible.
De los datos analizados, se
encontró que la impunidad es el factor más preocupante con un puntaje de 12.
Se destaca, además, que la autocensura por el miedo al cierre de medios,
despidos, el temor a la violencia, son las situaciones que más afectan el
ambiente para ejercer el oficio. Esta es la primera iniciativa que se hace para
medir el estado de las libertades informativas en el país.
Con base en esto, podemos pensar que los medios no recrean el
conflicto por la autocensura y los pocos que lo ejercen, son intimidados o los
matan dado que buscan reflejar de alguna manera (por ejemplo, a través de las
redes sociales) lo que está aconteciendo (ver informe de la FLIP en http://www.flip.org.co/resources/documents/informe-2012.swf). Ante estas nuevas maneras de informarse, quienes se oponen a que
se difunda la verdad, intentan frenar cualquier manifestación que no les
conviene a sus intereses.
Ignacio Ramonet, entre otros, llamó a este fenómeno social el quinto
poder, dada la posibilidad de articular que tienen los medios de comunicación
para contribuir a corregir las imperfecciones de la democracia. En la
actualidad los medios virtuales (blogs, redes sociales, foros, etc.)
constituyen una novedad que no va a parar en la tarea de darle un rostro y no
una máscara a lo que sucede con los conflictos que ocurren en Colombia y en
cualquier sociedad.
De esa manera, resulta oportuno citar a Pedro Solans, Edwin Chamorro,
Klibis Marín, César Ajpi y Eduardo Carmona, quienes en su artículo “La
necesidad de un periodismo en red” sostienen que “Desde el Siglo XIX, y ahora
con la revolución informática se acentuó: el pueblo no sólo quiere saber de qué
se trata sino que exige estar informado, bien informado porque tiene derecho y
porque es necesario para el compromiso social, colectivo, para entender el fin
identidario, el concepto de Patria y el concepto de Nación. Entonces, el
derecho a la información es tan derecho como la libertad de expresarse. Y uno
no convalida al otro, sino que el derecho a informarse requiere de un periodismo
ejercido sanamente, un periodismo que cumpla su rol y trate a la información
como un bien social, de interés público. Y tratada como tal conlleva a que los
medios de prensa dejen de ser el “House Organ” de grupos de empresas que sólo
informan para satisfacer los intereses de las empresas que representan.
En este contexto, la batalla no se puede dar sin una red continental de medios que arbitre las medidas para el ejercicio del oficio y su sustentabilidad. No se puede ser ingenuos y esperar que el sistema comercial que sustenta a los medios de esos grupos corporativos lo haga con una nueva alternativa o que aliente otros paradigmas”.
En este contexto, la batalla no se puede dar sin una red continental de medios que arbitre las medidas para el ejercicio del oficio y su sustentabilidad. No se puede ser ingenuos y esperar que el sistema comercial que sustenta a los medios de esos grupos corporativos lo haga con una nueva alternativa o que aliente otros paradigmas”.
Suscita adhesión con los autores mencionados que para que surja un
periodismo en red hace falta una decisión firme de saber cómo y con qué se
batallará a los holding, buscando maneras de pensar y de actuar, y sobre todo,
incidiendo en una sociedad en un estado mercantil que trabaja sin pausa para
dejarla reducida a consumir noticias que le genera un síndrome de dependencia del
que hay numerosas muestras en la actualidad.
Así pues, de esta manera, se cubrirá mucho mejor un conflicto o
cualquier tipo de información que se quiera comunicar no sólo en Colombia sino
en cualquier lugar del mundo. Tratando de cambiar como sujetos políticos,
ciudadanos de a pie, observadores de la vida desde las propias realidades de
cada cual y a la vez como sociedad, se podrá cambiar esas medidas tomadas en
algún momento de la historia y que todavía siguen silenciosamente vigentes.
NdeR: De boca en boca se enriquece con el aporte de numerosos comunicadores. La publicación de toda colaboración no implica necesariamente la
coincidencia total con las ideas u opiniones que se expresan en los artículos.