2/4/13

Medios y conflicto desde una aldea global: Colombia


Por Andrés Cifuentes
especial desde Colombia

Corrupción, delincuencia, guerrilla, paramilitarismo son algunas realidades insoslayables que se viven en Colombia. El origen del conflicto es histórico y estructural, económico social, político, cultural. Un país pensado para unos cuantos desde sus orígenes, generaron las guerras y violencias que se viven hasta hoy.


Esta es una pequeña observación histórica de la forma en que se piensa y actúa en el país.

La Patria Boba de 1810 a 1816 fue la pugna por dos modelos de Estado: los centralistas y federalistas, lo que provocó una gran cantidad de guerras civiles que encubrían dos visiones de sociedad, el conservador: de pensamiento colonial, retardatario, beneficiador de los terratenientes y con una política agroexportadora; y los liberales: adeptos a la ilustración francesa, anticlericales y propulsores de la naciente burguesía industrial y comercial que desembocó en la unión entre liberales y conservadores en el llamado régimen de la Regeneración. Estos dieron forma a la Constitución de 1886 y el Concordato de 1887 poniendo en marcha un país centralizado, dejando los intereses económicos en manos de capital extranjero, instituyendo el monocultivo de café y la cesión a la iglesia del manejo de la educación pública (Álvaro Tirado Mejía, en “El estado y la política en el siglo XIX”).


Por otro lado, la Guerra de los Mil Días, la aristocracia conservadora y los liberales moderados manejaron el Estado para beneficio propio, reprimiendo cualquier contestación de partidos u oposición luego de una gran crisis cafetera e imponiendo medidas económicas y fiscales asfixiantes a los liberales y conservadores de la oposición. Persiguiendo, además, a la burguesía industrial y comercial, impidiendo la llegada de los liberales a través de elecciones libres. El abuso en la emisión del papel moneda, la manipulación del aparato electoral, la corrupción y el peculado fueron otras caras del manejo de Colombia entrando ya en pleno Siglo XX. La pobreza mental con la que se había pensado el país, se manifestaba en la estructura de las instituciones, la poca infraestructura para el comercio y la industria y confirmaba que se estaba en una “modernidad” feudal.

¿De todo lo dicho viene la desigualdad social, corrupción, delincuencia, guerrilla, paramilitarismo de la actualidad? ¿Cuánta pobreza y exclusión sale de ahí y aún se conserva? ¿Realmente el país lo han pensado elites o sólo gente con ínfulas de ser élite? Las elites, como su nombre lo dice, ven más allá y dan calidad de vida a los que dirigen. En este planteamiento, los medios de comunicación son el reflejo de sus sociedades; los sabemos monopólicos u oligopólicos.

En Colombia tenemos dos canales de televisión que monopolizan la información Caracol y RCN; sólo hay dos diarios nacionales: El Tiempo y El Espectador (que durante un tiempo fue semanario). Es posible pensar que, en la actualidad, también tuviéramos un régimen de la Regeneración en los medios masivos, pues muy pocos lucran del negocio de los medios y hacen que las leyes funcionen para sus intereses, dejando o al menos intentando dejar al resto fuera de ese juego. Detrás de aquellos hay un sostenimiento económico que nos habla de qué intereses priman y cuál será la calidad informativa. Como dice Ryszard Kapuściński "cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante".


A esta altura cabe preguntarse ¿a quién le interesa la verdad? y ¿qué lugar ocupa en los medios? El Informe sobre la libertad de prensa en Colombia 2012 dado a conocer por la FLIP (Fundación para la libertad de prensa) da cuenta en algunos de sus apartados que “Colombia sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer este oficio, especialmente a nivel local”.


Según el Índice de Libertad de Expresión y Acceso a la Información presentado por el Proyecto AntonioNariño (PAN) a finales de 2012, Colombia está en un nivel intermedio en la garantización de estos derechos. El país obtuvo un puntaje de 50 en una escala de 0 a 100, donde 100 es el mejor resultado posible.

De los datos analizados, se encontró que la impunidad es el factor más preocupante con un puntaje de 12. Se destaca, además, que la autocensura por el miedo al cierre de medios, despidos, el temor a la violencia, son las situaciones que más afectan el ambiente para ejercer el oficio. Esta es la primera iniciativa que se hace para medir el estado de las libertades informativas en el país.


Con base en esto, podemos pensar que los medios no recrean el conflicto por la autocensura y los pocos que lo ejercen, son intimidados o los matan dado que buscan reflejar de alguna manera (por ejemplo, a través de las redes sociales) lo que está aconteciendo (ver informe de la FLIP en http://www.flip.org.co/resources/documents/informe-2012.swf). Ante estas nuevas maneras de informarse, quienes se oponen a que se difunda la verdad, intentan frenar cualquier manifestación que no les conviene a sus intereses.


Ignacio Ramonet, entre otros, llamó a este fenómeno social el quinto poder, dada la posibilidad de articular que tienen los medios de comunicación para contribuir a corregir las imperfecciones de la democracia. En la actualidad los medios virtuales (blogs, redes sociales, foros, etc.) constituyen una novedad que no va a parar en la tarea de darle un rostro y no una máscara a lo que sucede con los conflictos que ocurren en Colombia y en cualquier sociedad.


De esa manera, resulta oportuno citar a Pedro Solans, Edwin Chamorro, Klibis Marín, César Ajpi y Eduardo Carmona, quienes en su artículo “La necesidad de un periodismo en red” sostienen que “Desde el Siglo XIX, y ahora con la revolución informática se acentuó: el pueblo no sólo quiere saber de qué se trata sino que exige estar informado, bien informado porque tiene derecho y porque es necesario para el compromiso social, colectivo, para entender el fin identidario, el concepto de Patria y el concepto de Nación. Entonces, el derecho a la información es tan derecho como la libertad de expresarse. Y uno no convalida al otro, sino que el derecho a informarse requiere de un periodismo ejercido sanamente, un periodismo que cumpla su rol y trate a la información como un bien social, de interés público. Y tratada como tal conlleva a que los medios de prensa dejen de ser el “House Organ” de grupos de empresas que sólo informan para satisfacer los intereses de las empresas que representan. 
En este contexto, la batalla no se puede dar sin una red continental de medios que arbitre las medidas para el ejercicio del oficio y su sustentabilidad. No se puede ser ingenuos y esperar que el sistema comercial que sustenta a los medios de esos grupos corporativos lo haga con una nueva alternativa o que aliente otros paradigmas”.


Suscita adhesión con los autores mencionados que para que surja un periodismo en red hace falta una decisión firme de saber cómo y con qué se batallará a los holding, buscando maneras de pensar y de actuar, y sobre todo, incidiendo en una sociedad en un estado mercantil que trabaja sin pausa para dejarla reducida a consumir noticias que le genera un síndrome de dependencia del que hay numerosas muestras en la actualidad.


Así pues, de esta manera, se cubrirá mucho mejor un conflicto o cualquier tipo de información que se quiera comunicar no sólo en Colombia sino en cualquier lugar del mundo. Tratando de cambiar como sujetos políticos, ciudadanos de a pie, observadores de la vida desde las propias realidades de cada cual y a la vez como sociedad, se podrá cambiar esas medidas tomadas en algún momento de la historia y que todavía siguen silenciosamente vigentes.

NdeR: De boca en boca se enriquece con el aporte de numerosos comunicadores. La publicación de toda colaboración no implica necesariamente la coincidencia total con las ideas u opiniones que se expresan en los artículos.

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