Los
medios y la tecnología vienen consolidando nuevos paradigmas en estos tiempos
de expuesta globalización: los editores buscan herramientas para hacer más rentable
el periodismo; se verifican estrategias para producir y comunicar con el
complemento de las redes sociales (facebook, twitter y tantas otras); se
privilegia la cantidad de información que circula, más no siempre la calidad,
entre otras variables que podríamos considerar en esta ocasión.
Los medios hegemónicos,
principalmente, han entendido la necesidad de proponer a sus lectores,
escuchas, televidentes, cambios frecuentes en el diseño y jerarquización de
contenidos pues ya nada es lo que era: los medios, sus propietarios (bajo su
poderío económico les resulta nada problemático concentrar negocios de la
comunicación con la producción agrícola-ganadera, o cualquier otro rubro
industrial) que consideran que ninguna ley deben respetar en su ejercicio
empresarial, y, los ciudadanos que se valen de múltiples maneras de ellos.
Los medios buscan periódicamente mejorar su manera de difundir sus artículos en alianza con las redes sociales, fundamentalmente, Facebook y Twitter. Y, en paralelo, vale repreguntarse desde el inmenso paisaje de medios barriales, regionales, comunitarios qué rol pueden, deben y quieren jugar en términos editoriales e informativos. Algunas visiones arriesgan que ocurrirá una especie de sinergia entre lo digital y el impreso que hará, en el mejor de los casos, un periodismo más profesional, profundo, original y narrado desde otras trincheras con historias nuevas y más investigativo; otros, apuestan a que todo será mucho más audiovisual, superficial y poco confiable en cuanto a las fuentes y la narración de cualquier hecho.
Es pertinente
tomar nota de que la noticia es una especie de “dato” con actualización
permanente cada diez segundos si es necesario que, hoy, lo llevan adelante casi
en soledad los grandes medios. Esta celeridad en la difusión de un hecho, una
idea, una opinión nos provoca a preguntarnos sobre la imagen, la inmediatez, la
precisión entre otras variables en el ejercicio comunicacional. Sobre este
punto, Miguel Ángel Bastenier afirma que “la tecnología del chip, el chat y el
link, por citar tan solo a su santísima trinidad, no podía sino afectar muy
directamente al trabajo periodístico.” Y
con ello, agrego, las formas que asumimos en el diseño de nuestros sitios y la
imagen persona, profesional e institucional que queremos significar-representar.
Hace unas
cuantas investigaciones que se verificó que se ha modificado el contrato de
lectura entre aquel periodismo en el papel y este en la red; entre el vínculo
radialista y las temáticas que componen el hecho comunicacional; entre el espectador
ante la caja boba (televisión) y el poder del zapping para establecer alguna
chance de relación menos desigual. Es que leemos distinto en la pantalla cómo
lo hacemos/hacíamos en papel pues nos movemos de manera mucho más selectiva: un
fragmento aquí, otro más allá, y la prevalencia de no acabar lo que empezamos
porque hemos saltado al Twitter, Facebook o cualquier otra red. Modos que
siguen modificando y replanteando nuestra práctica comunicacional y de gestión
y construcción del conocimiento.
La tecnología a
la que acceden ricos cada día más ricos, también, colabora con este contexto
pues el lector-escucha-televidente contemporáneo tiene acceso a la información
en permanente movimiento a través de su celular (Internet, celular wifi, nuevas
aplicaciones) que desplaza progresivamente a la comodidad de la computadora en
casa; el periodista, el comunicador está convocado a responder, al instante,
preguntas que le llegan en tiempo real...desafío sobre el que los medios de
nuestros barrios, comunidades, la región (que no poseen vastísimos recursos) están llamados a afrontar si no deseamos
quedarnos anclados en otro tiempo.
Estamos en un
tiempo de integración de tantas novedades y, al mismo tiempo, de aprendizajes
que nos convoca a pensar si nuestras prácticas comunicacionales como las que
desarrollamos desde Proa Comunicación, desde nuestro espacio De boca en boca en
la radio pública de la Universidad Nacional de Avellaneda debe correr tras cada
novedad tecnológica o matizar entre el corazón de la propuesta que privilegia
contenidos, producción y ejercicio plural del derecho a la comunicación con
todas las voces. Hasta este momento, apostamos a esta última opción sin
descuidar que para dar a conocer nuestra propuesta, nuestra identidad, la
posibilidad de ampliar vínculos y redes, la de incidir con otros por una
sociedad mejor requieren, también, darle un lugar a la tecnología que está en
nuestras vidas.
Nuestra
experiencia comunicacional (con algunos momentos más fuertemente dedicados al
periodismo) la llevamos a cabo atravesados por la docencia, la investigación y
la extensión, un entramado que nos exige periódicas actualizaciones para
"caminar con" y no
"detrás de". En los ámbitos
públicos de educación superior, la radio y la televisión digital están dando
pasos en estos últimos años que, sanción de una nueva ley de medios mediante,
se fortalecen con el trabajo en red que, por ejemplo, llevan adelante las
radios públicas universitarias (cerca de medio centenar en la Argentina) lo que
llevó a los órganos directivos de las instituciones a ganar espacios en la
gestión y consideración de la comunidad educativa y la sociedad toda.
Este avance
radial en red permite, crecientemente, la producción de contenidos cada vez más
plurales, situados, conformadores de otra agenda a la que ofrecen los grandes
medios, y también, de marcar presencia extendida con las redes, las
transmisiones en línea, las aplicaciones a celulares, etc. En este paisaje, y a
través de la radio pública de la Universidad Nacional de Avellaneda "De
boca en boca" (ver http://radio.undav.edu.ar/node/86) hace realidad,
modestamente, algunas de las propuestas que tantos seminarios o encuentros de
comunicación enumeran como compromisos a los cuales los comunicadores no
podemos ni debemos soslayar.
Otro tanto, se empieza a transitar en la televisión
digital para lo cual pequeños consorcios de universidades públicas están
pensando y produciendo sus primeros contenidos para definir su modo de
comunicar y empoderar a la sociedad con el conocimiento científico que
producimos en ellas.
Una realidad más
compleja viven los medios comunitarios que podrá abordarse en otro momento,
pues caeríamos en una simplificación al querer brindar alguna definición en
escasas líneas.
De todos modos,
unos y otros actores viven un contexto comunicacional rico en diversidades,
identidades, propuestas, acciones y políticas desde el cual nos preguntamos si,
además de contar con cierta tecnología y acceso a redes, y si desde el rol más
protagónico que asume el ciudadano informando, denunciando, criticando o tan solo
diciendo lo que se le antoja ¿Es satisfactoria esta realidad comunicacional o
debemos pensar en estrategias complementarias para enfrentar esta revolución
informativa y de rompimiento en hábitos y paradigmas?
Néstor Manchini
– Socio WACC América Latina
NdeR: Este artículo solicitado fue publicado en http://us9.campaign-archive2.com/?u=27a5a14dd757493ef4f636aa3&id=8c6c4bf445&e=7b2619ca88