Desde Colombia, Alma D.
Montoya Ch.[1] - Especial para De boca en
boca
Dentro de mi formación humanística y cristiana, entre la cantidad de
libros, películas, conferencias, testimonios y vivencias personales me encontré
con la existencia de un hombre que inicia su vida social queriendo conocer un
continente que está en el norte de su país…. Sí, porque Argentina era otro
mundo y así mismo el círculo familiar, social y académico donde vivía…
Pasar la frontera y empezar a caminar el
continente desde el sur, recorriendo y viviendo necesidades, constatando la
miseria humana y la explotación de unos sobre los mas necesitados, compartiendo
con campesinos, indígenas y enfermos terminales… en un recorrido hacia el norte,
el que le mostró una realidad que no conocía… y que la profesión que había
elegido estudiar le había enseñado a “salvar vidas” pero la realidad era más
dura…. y, poco a poco, fue descubriendo que las causas de tantas miserias
humanas tenía que ver con causas políticas y económicas estructurales, donde las
razones y las causas no son, ni mágicas, ni casuales, ni maldiciones de seres
extraterrestres y espíritus, sino de estructuras sociales injustas y riquezas
individuales y personalistas.
Sí, este ha sido mi encuentro con el CHE,
con Ernesto CHE Guevara, como cariñosamente es conocido en esta patria
grande de Abya Yala, porque me encontré con ésta, una de sus frases, rica en
profundidad y en sintonía con los principios que aprendí primero en mi hogar,
luego en mi barrio popular, en mi parroquia y luego en la formación y a lo
largo de mi vida: “Y sobre todo, sean siempre capaces de
sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en
cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Comprendí
entonces, que si ser revolucionario era trabajar por mejorar la calidad de vida
de los demás, que pensar en los “otros” como hermanos que merecen ser dignos,
tenidos en cuenta, ser incluidos y aceptados… es ser revolucionario, entonces
mi vida tiene un sentido. Ya otro me había enseñado con su vida y entrega hasta
el sacrifico que hay que construir una sociedad justa y hacer lo que está a
nuestro alcance por una sociedad solidaria, fraterna y equitativa y esto lo había
vivido otro joven por su pueblo, era nada más y nada menos que Jesús de
Nazaret, por lo tanto, este fue el primer revolucionario…. porque se
comprometió y se entregó por los que la sociedad de entonces, había desechado y
discriminado: la gente humilde, la mujer, las personas más necesitadas, el
pueblo humillado por los poderosos, descartado y desechado por las estructuras
del imperio del entonces..
Comprendí
que había algo en común en estos dos revolucionarios… empecé a admirar a este
joven que había dejado comenzada su carrera de medicina, que se jugaba la vida
por un pueblo que no era el suyo, por un pueblo que había encontrado en su
camino, por un pueblo que lo había acogido, admirado y que necesitaba iniciar
un proceso de “liberación”: “… estaría dispuesto a entregar mi
vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica….”.
Ésta
ha sido mi encuentro con el CHE, el
hombre joven que optó por los “otros”, que eligió intentar buscar un camino
para erradicar las desigualdades; es así que al tener la oportunidad de conocer,
dialogar y estar con Aleida, la hija mayor del Che fue un encuentro con alguien
que lleva la misma sangre de uno de los líderes que he admirado toda la vida.
Aleida,
doctora de medicina -la misma profesión de su padre- quien es la única de la
familia que viaja en esta patria grande… asegura que ella no es el CHE, pero
promueve por todo el mundo sus ideas y que su último recuerdo que tiene de su
padre se debe a su experiencia cuando sólo tenía 7 años…, mientras tanto, la hija del “revolucionario heroico”
está empeñada en preservar el legado de su padre, promocionando los libros.
Aleida reconoce que le hubiera gustado oir las respuestas
directamente de la voz de su padre: "Me hubiera encantado sentarme a
hablar con él, pero ya no está y nunca volverá". Crecer bajo la sombra de
su apellido también fue difícil y…"Soy la hija del Che. Pero no soy el
Che", insiste. Hoy trabaja como pediatra en un hospital de Cuba y realiza
brigadas de salud en países como Angola, Nicaragua o Ecuador”.
Estoy
convencida y muchas veces lo he reflexionado y profundizado con mis
colegas, amig@s comunicadores y educador@s con los que comparto la vida y los
sueños, que hay varias formas de vivir y hacer la revolución; así la hemos
vivido a través de la comunicación: generando procesos comunicativos y
educativos, utilizando medios ancestrales, digitales, analógicos…es acompañar
al pueblo, creer en nuevas utopías, es luchar porque los pueblos recuperen su identidad, logren
ser protagonistas de su historia constructores de paz y justicia.
Una
comunicación alterativa que cambia estructuras y genera personas nuevas en la
medida en que salen de la miseria y recuperan su dignidad, porque
sin duda otro mundo, más justo, equitativo y solidario es posible. Éste ideal ha
estado inspirado y trabajado también en otros hombres y mujeres como Paulo
Freire, Mons. Romero, Teresa de Ávila, Franziska Moser, entre otr@s.
Y
mientras, muy emocionada intercambiaba algunas ideas con Adelaida, además
de recuperar el libro que había perdido:
“Che desde la Memoria: los dejo ahora
conmigo mismo: el que fui”, pero esta vez la 5ª edición me quedó dedicado
[1] Colombiana, Comunicadora Social,
especializada en Gestión y Desarrollo Comunitario, militante y formadora de la
comunicación popular y educativa, directora del Grupo COMUNICARTE: radios
comunitarias, étnicas, escolares y ciudadanas; presidenta de la Fundación
SUMAPAX Colectivo de Comunicación Comunitaria. E-mail: alma@colnodo.org.co - www.grupocomunicarte.org
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