8/6/15

Mi encuentro con la hija del CHE



Desde Colombia, Alma D. Montoya Ch.[1] - Especial para De boca en boca
Dentro de mi formación humanística y cristiana, entre la cantidad de libros, películas, conferencias, testimonios y vivencias personales me encontré con la existencia de un hombre que inicia su vida social queriendo conocer un continente que está en el norte de su país…. Sí, porque Argentina era otro mundo y así mismo el círculo familiar, social y académico donde vivía…
Pasar la frontera y empezar a caminar el continente desde el sur, recorriendo y viviendo necesidades, constatando la miseria humana y la explotación de unos sobre los mas necesitados, compartiendo con campesinos, indígenas y enfermos terminales… en un recorrido hacia el norte, el que le mostró una realidad que no conocía… y que la profesión que había elegido estudiar le había enseñado a “salvar vidas” pero la realidad era más dura…. y, poco a poco, fue descubriendo que las causas de tantas miserias humanas tenía que ver con causas políticas y económicas estructurales, donde las razones y las causas no son, ni mágicas, ni casuales, ni maldiciones de seres extraterrestres y espíritus, sino de estructuras sociales injustas y riquezas individuales y personalistas.
Sí, este ha sido mi encuentro con el CHE, con Ernesto CHE Guevara, como  cariñosamente es conocido en esta patria grande de Abya Yala, porque me encontré con ésta, una de sus frases, rica en profundidad y en sintonía con los principios que aprendí primero en mi hogar, luego en mi barrio popular, en mi parroquia y luego en la formación y a lo largo de mi vida: Y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Comprendí entonces, que si ser revolucionario era trabajar por mejorar la calidad de vida de los demás, que pensar en los “otros” como hermanos que merecen ser dignos, tenidos en cuenta, ser incluidos y aceptados… es ser revolucionario, entonces mi vida tiene un sentido. Ya otro me había enseñado con su vida y entrega hasta el sacrifico que hay que construir una sociedad justa y hacer lo que está a nuestro alcance por una sociedad solidaria, fraterna y equitativa y esto lo había vivido otro joven por su pueblo, era nada más y nada menos que Jesús de Nazaret, por lo tanto, este fue el primer revolucionario…. porque se comprometió y se entregó por los que la sociedad de entonces, había desechado y discriminado: la gente humilde, la mujer, las personas más necesitadas, el pueblo humillado por los poderosos, descartado y desechado por las estructuras del imperio del entonces..

Comprendí que había algo en común en estos dos revolucionarios… empecé a admirar a este joven que había dejado comenzada su carrera de medicina, que se jugaba la vida por un pueblo que no era el suyo, por un pueblo que había encontrado en su camino, por un pueblo que lo había acogido, admirado y que necesitaba iniciar un proceso de “liberación”: “… estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica….”.
Ésta ha sido mi encuentro con el CHE, el hombre joven que optó por los “otros”, que eligió intentar buscar un camino para erradicar las desigualdades; es así que al tener la oportunidad de conocer, dialogar y estar con Aleida, la hija mayor del Che fue un encuentro con alguien que lleva la misma sangre de uno de los líderes que he admirado toda la vida.
Aleida, doctora de medicina -la misma profesión de su padre- quien es la única de la familia que viaja en esta patria grande… asegura que ella no es el CHE, pero promueve por todo el mundo sus ideas y que su último recuerdo que tiene de su padre se debe a su experiencia cuando sólo tenía 7 años…, mientras tanto, la hija del “revolucionario heroico” está empeñada en preservar el legado de su padre, promocionando los libros.
Aleida reconoce que le hubiera gustado oir las respuestas directamente de la voz de su padre: "Me hubiera encantado sentarme a hablar con él, pero ya no está y nunca volverá". Crecer bajo la sombra de su apellido también fue difícil y…"Soy la hija del Che. Pero no soy el Che", insiste. Hoy trabaja como pediatra en un hospital de Cuba y realiza brigadas de salud en países como Angola, Nicaragua o Ecuador”.

Estoy convencida y muchas veces lo he reflexionado y profundizado con mis colegas, amig@s comunicadores y educador@s con los que comparto la vida y los sueños, que hay varias formas de vivir y hacer la revolución; así la hemos vivido a través de la comunicación: generando procesos comunicativos y educativos, utilizando medios ancestrales, digitales, analógicos…es acompañar al pueblo, creer en nuevas utopías, es luchar porque los pueblos recuperen su identidad, logren ser protagonistas de su historia constructores de paz y justicia.
Una comunicación alterativa que cambia estructuras y genera personas nuevas en la medida en que salen de la miseria y recuperan su dignidad, porque sin duda otro mundo, más justo, equitativo y solidario es posible. Éste ideal ha estado inspirado y trabajado también en otros hombres y mujeres como Paulo Freire, Mons. Romero, Teresa de Ávila, Franziska Moser, entre otr@s.
Y mientras, muy emocionada intercambiaba algunas ideas con Adelaida, además de  recuperar el libro que había perdido: “Che desde la Memoria: los dejo ahora conmigo mismo: el que fui”, pero esta vez la 5ª edición me quedó dedicado, la hija predilecta del Che con la siguiente frase y que ahora comparto con ustedes: “Para Alma un abrazo y el deseo de que esta lectura te acerque más a mi padre. Aleida”.


[1] Colombiana, Comunicadora Social, especializada en Gestión y Desarrollo Comunitario, militante y formadora de la comunicación popular y educativa, directora del Grupo COMUNICARTE: radios comunitarias, étnicas, escolares y ciudadanas; presidenta de la Fundación SUMAPAX Colectivo de Comunicación Comunitaria. E-mail: alma@colnodo.org.co - www.grupocomunicarte.org

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